SANTANDER CIUDAD

Una capital entre el mar y la montaña.
Santander, la capital de Cantabria, parece mostrar orgullosa el reflejo de su genuino pasado en las aguas de la hermosa bahía a la que se asoma. Protegido por u accidentado relieve, su puerto ha sido a lo largo de la historia la verdadera razón de ser de la ciudad y de sus habitantes. En la actualidad es una urbe moderna, elegante y cosmopolita, hay quien la llama la Perla del Cantábrico, con una intensa vida urbana y cultural, que el visitante podrá disfrutar con la tranquilidad. Es, de hecho, una fascinante ciudad marinera y veraniega, repleta de jardines, encantadoras plazas, edificios nobles y espectaculares playas, que desprende la agradable sensación de calma y placidez.
La historia de Santander empieza cuando las tropas de Augusto sometieron a los cántabros. Más tarde, la que fue Puerto de San Emeterio, recibió en 1187 el título de villa de abadengo por Alfonso VIII. De hecho, la ciudad era una de las Cuatro villas de la Costa de la Mar Océana del Reino de Castilla y su apogeo se confirmó cuando se le concedió el privilegio de exportar a Flandes y Amberes las lanas castellanas. Los santanderinos han sido siempre avezados navegantes, como demuestran sus numerosas participaciones en importantes acciones navales y también fue importante su colaboración en el descubrimiento de las Indias occidentales.
El s.XVII marca el inicio de un período de decadencia, que ve cómo se diluye su tradicional esplendor comercial. En el s.XVIII se inició el desarrollo, aunque el verdadero crecimiento urbanístico llegó en el s.XIX, cuando muchos cántabros fueron a América en busca de fortuna. Algunos de ellos la consiguieron comerciando con el sur de la Península (los jándalos), mientras que otros lo hicieron con el oro de las Indias (los indianos). A su regreso, gracias a sus inversiones se desarrollaron los astilleros y se creó el Banco de Santander.
El último cuarto del s.XIX significa el auge del período de esplendor, que coincide con su confirmación como lugar de vernaneo aristocrático. Se construyeron el Gran Casino, el hotel Real, el club marítimo y el hipódromo de Bella Vista; y se favoreció la vida cultural, con figuras tan célebres como Menéndez Pelayo o el arqueólogo San de Sautuola.
Este florecimiento se vio truncado por varios acontecimientos: la explosión del carguero Cabo Machichaco; durante la Guerra Civil, Santander, que defendió al bando republicano, sufrió daños muy graves, y, por último, en 1941 se produjo un tremendo incendio que afectó al casco antiguo. La reconstrucción fue difícil pero fructífera y, hoy, Santander puede presumir de ser un importante centro administrativo, comercial, cultural y turístico.

Una ciudad tendida sobre el mar.
Urbanísticamente, Santander se extiende en sentido longitudinal a lo largo del mar y está atravesada de un extremo a otro por tres vías principales: la avenida de los Castros por la parte alta de la ciudad, el paseo del General Dávila y la ronda que, con distintos nombres, discurre paralela a la línea del mar conformando uno de los más bellos paseos marítimos del litoral español. A estar arterias hay que añadir la alameda de Oviedo, que recorre buena parte del casco urbano y cuya prolongación desemboca en el paseo de Pereda, uno de los tramos del citado paseo marítimo.
El itinerario que proponemos para descubrir todos los secretos de la ciudad recorre primero toda la línea marítima, desde el puerto pesquero hasta el cabo Mayor pasando por Puerto Chico y la Magdalena. Después nos adentraremos en el casco urbano. Por supuesto, el visitante puede organizar su visita sin necesidad de recorrer en primera instancia todo el paseo marítimo, sino que, si lo prefiere, puede desviarse de nuestro itinerario para conocer antes otros lugares de interés. En este sentido, el ilustre literato Azorín, ante la disyuntiva de hacia dónde dirigir sus pasos para emprender su visita a Santander, apunto una solución bastante curiosa: Dejad los planos; dejad las guías; no preguntéis a nadie. Tal vez el vagar a la aventura por el laberinto de las calles es el mayor placer del viaje.
Así pues, iniciamos nuestra ruta por la ciudad en el barrio pesquero, al que se puede acceder por la calle Marqués de la Hermida, una de las vías de entrada a Santander. Hasta 1943 los pescadores residían en Puerto Chico, pero ese año tuvieron que trasladarse a este nuevo emplazamiento, donde se construyeron 108 viviendas, ninguna de las cuales tiene más de tres pisos. Es una zona repleta de almacenes y pequeños astilleros que reparan los barcos pesqueros; pero también abundan los bares, restaurantes,